Depresión

Por desgracia, los trastornos depresivos en sus diferentes manifestaciones (depresión mayor, trastorno bipolar, distimia…) son de las afecciones mentales más frecuentes y extendidas en nuestras modernas sociedades industrializadas. Los desórdenes depresivos afectan a la integridad de la persona (sus ideas, sentimientos y conductas), así como a sus relaciones con los entornos sociales en los que se desenvuelve (familia, amigos, mundo laboral…), de ahí que generen graves alteraciones en la vida diaria y un profundo dolor emocional.

A menudo, la gente piensa y/o confunde esta enfermedad y sus síntomas en clave de “debilidad personal, de carácter, o falta de voluntad” por parte la persona que la sufre y que, en consecuencia, basta con motivación y esfuerzo propios para superarla de la noche a la mañana; un pensamiento en verdad injusto y que parte de un profundo desconocimiento de los trastornos depresivos. Por poner un ejemplo gráfico, tratar con esta actitud a un paciente depresivo sería tan inadecuado y falto de realismo como culpabilizar y responsabilizar a una persona por un episodio de migraña. Todos somos susceptibles de padecer en un momento dado, a lo largo de nuestra vida, este tipo de trastorno; y es por ello que debemos conocer bien su naturaleza para saber actuar ante ella, tanto preventivamente como si hace acto de aparición en nuestros entornos cercanos.

Síntomas de la Depresión Mayor
A pesar de su gravedad, la depresión es una enfermedad muy estudiada desde hace décadas, y los profesionales de la salud mental ya cuentan con amplios conocimientos sobre ella, tanto en fases de detección/diagnósticas como en diferentes tratamientos. Por todo ello, y aún en casos graves como la Depresión Mayor, los pronósticos de recuperación son buenos. Y como ocurre con el resto de trastornos relacionados con el funcionamiento mental, cuanto antes sean detectados y comiencen los tratamientos, más altas y rápidas serán las tasas de recuperación, así como mayor la protección contra eventuales recaídas.

Según el DSM-IV de la American Psychiatric Association, estos son los criterios diagnósticos de un episodio depresivo mayor:

Cinco (o más) de los síntomas siguientes durante el mismo período de 2 semanas y representan un cambio respecto del desempeño previo; por lo menos uno de los síntomas es (1) estado de ánimo depresivo o (2) pérdida de interés o placer.

(1)Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días, indicado por el relato subjetivo o por observación de otros.

(2)Marcada disminución del interés o del placer en todas, o casi todas, las actividades durante la mayor parte del día, casi todos los días.

(3)Pérdida significativa de peso sin estar a dieta o aumento significativo, o disminución o aumento del apetito casi todos los días.

(4)Insomnio o hipersomnia casi todos los días.

(5)Agitación o retraso psicomotores casi todos los días.

(6)Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.

(7)Sentimientos de desvalorización o de culpa excesiva o inapropiada (que pueden ser delirantes) casi todos los días (no simplemente autorreproches o culpa por estar enfermo).

(8)Menor capacidad de pensar o concentrarse, o indecisión casi todos los días (indicada por el relato subjetivo o por observación de otros).

(9)Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor de morir), ideación suicida recurrente sin plan específico o un intento de suicidio o un plan de suicidio específico.

*Los síntomas no cumplen los criterios de un episodio mixto.

*Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro del funcionamiento social, laboral o en otras esferas importantes.

*Los síntomas no obedecen a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (por ejemplo, una droga de abuso, una medicación), ni a una enfermedad médica general (por ejemplo: hipotiroidismo).

Aunque estos síntomas se exponen aquí a título informativo, ha de ser siempre un profesional de la salud mental quien los valore convenientemente y emita un diagnóstico fiable respecto a la existencia o no de enfermedad.